Tingo María: la ciudad que ofrece a sus visitantes un territorio mágico


Tingo María es una ciudad relativamente joven de la región Huánuco, que está a punto de cumplir 80 años de fundación y que tiene una personalidad propia, muy fácil de reconocer. Una ciudad que se ve decorada a la distancia por un cerro con forma de mujer en reposo, conocido como la Bella Durmiente; en honor a la conocida historia y como promesa de belleza que uno podrá apreciar en sus tierras.

En la parte más urbana, uno se ve envuelto en el ir y venir de motos y mototaxis, principal forma de transporte de los tingaleses; en el calor de su gente, que pulula en calles alejadas del sofisticado y - a veces - excéntrico exceso de modernidad de otras ciudades.

En su parte más adrenalínica, donde la sierra se convierte en selva, Tingo María aparece como un tesoro escondido, como un espejismo tangible. Es un destino que propone un acercamiento único a la naturaleza, que resulta a veces muy distante, así como un escenario perfecto para una aventura inesperada, que sin duda hará feliz a cualquier aspirante a Indiana Jones.

La cueva de las Lechuzas

En el Parque Nacional de Tingo María, a 6 kilómetros del área urbana, nos espera la Cueva de las Lechuzas. Nombre que, sin embargo, es errado, ya que las aves que habitan esta gruta de piedra de grandes dimensiones es realmente el guácharo, y que fue confundido con la lechuza por sus primeros visitantes.


La cueva está “decorada” por diferentes estalactitas y estalagmitas que en la oscuridad y a lo lejos pueden tomar diferentes formas ante el ojo del espectador. En sus más de 400 metros explorados, habitan también murciélagos e insectos de regular tamaño, que no deben causar preocupación ya que forman parte del paisaje variado de esta parte del país.

Se comenta incluso que en las zonas más profundas de este espacio, donde el sol no llega, habitan especies que se han tornado transparentes por la falta de pigmentación, como el “sapo de cristal”.
La laguna El Milagro

Las aguas de la laguna El Milagro son espejos que duplican la magia de los alrededores, ya sea por sus encantos propios o por las propiedades místicas que algunos le conceden por su concentración de plantas de huairuro. A un precio bastante módico, los turistas pueden pasear en botes a través de su cristalina totalidad o recorrer sus riberas y el bosque que, cual protector, se posiciona alrededor de ella.


Al visitar El Milagro es inevitable también conocer el árbol de la lupuna, ubicado en el mencionado bosque, uno de los más antiguos de la selva peruana y que –cuentan las leyendas –cumple los deseos de los visitantes que estén dispuestos a dejarle un regalo a cambio.


Los que acuden a este espectáculo visual y sensorial, comprueban que toda el área que rodea la lupuna es un fondo perfecto para una caminata que puede recordar aquellas viejas películas donde la acción se trasladaba a escenarios de ensueño y emoción.


Pìscicultura

Walter Hidalgo (http://alanhidalgoguizado.blogspot.com/es un pionero no solo de la acuicultura, sino también de la ciencia. Con su piscigranja ha conseguido la producción masiva del paiche en Tingo María, tumbando teorías científicas que afirmaban –sin mayor sustento – que esto no era posible.


En una locación preparada específicamente para facilitar la vida del paiche, habitan miles de ejemplares de esta valorada especie, que en muchos casos pasan con facilidad los dos metros.


De la mano con Hidalgo, Tingo María se adentra a una nueva actividad económica y promueve un nuevo estilo de vida en la zona, al enviar el paiche a diversos países de Europa y Asia.
Mucho que contar

Desde el mirador San Cristóbal se tiene una vista preciosa de la ciudad en el día, aunque se torna majestuosa en las noches; la hermosa “Catarata de Santa Carmen” ofrece un reconfortante baño en sus piscinas naturales y los campos de café y cacao son un espectáculo por si mismos.






Hay mucho que contar cuando uno recorre Tingo María, muchas palabras que aparecen al intentar definir y describir la experiencia que representa conocer esta parte de nuestra patria. Ya que cuando la selva habla, es siempre para contar grandes historias.

Hora de Comer: 

No solo de cecina y tacacho vive el hombre. La variedad de pescados que le dan sabor a la gastronomía tingalesa es infinita: el clásico paiche, el dorado o el tao son solo algunos ejemplos. Ellos dan a lugar a potajes verdaderamente deliciosos, de allí que muchos de los más renombrados cocineros incluyan en sus cartas platos con insumos de esta zona del país.

El picuro, roedor de la zona selvática que supera en tamaño al conejo, y el venado, son dos tipos de carne muy apreciados por los comensales, que destacan su particular sabor y su fina textura, lo que permite numerosas formas de preparación.

Restaurantes como el Encanto de la Selva, dirigidos por el chef Wilson Villar, innovan con estos elementos, mezclando lo gourmet con el estilo clásico de cocina.



Fuente : Andina

Comparte en tus Redes Sociales

Publicaciones Relacionadas

Previous
Next Post »